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¿Qué pedo con la peda?

No sé si es cosa de que tenga yo puro amigo alcoholicazo o el del problemita sea yo, pero lo primero que me preguntan invariablemente es acerca de la peda en Qatar. Casi nunca me preguntan sobre los 5 museos súper chingones que hay en Qatar o de las decenas de galerías con exposiciones permanentes y temporales de artistas de la talla de Jeff Koons o del montón de actividades al aire libre que hay como acampar y jorrotear Jeeps en el desierto, bucear, kitesurfear, ir a las carreras de camellos y demás.


Y a ver, tampoco la voy a hacer de “Don Sofisticado” todo juzgón porque la neta es que tuve que Wikipedear quien chingados es Jeff Koons para poder escribir mi blog de hoy y no tengo ni puta idea acerca de los patrones geométricos empleados en el arte islámico como tendencia precursora del renacimiento; los que me conocen saben de mi grandísima afición y maestría que tengo en las artes del desmadre y meterme en broncas por pedote pero a lo que voy es que parte de mi proceso de expatriado, aquí o en los otros países donde he vivido, es tratar de adaptarme al país lo menos turista posible y sacarle el provecho por el mucho o poco tiempo que esté y Qatar tiene tantísimas otras cosas que ofrecer además de pachanga.


Sin duda, es una nación joven, es un país compacto y “faltarán” algunas cosas que en otras grandes ciudades habrá, pero me permito corroborarles que el pedo no es y no será un problema para los que vengan hoy de visita o a final de año para el Mundial.


Hay que entender que, para el islam, consumir alcohol es considerado haraam (prohibido), pero como en la gran mayoría de países musulmanes y más aún en un país como Qatar con una comunidad expatriada, diversa y multicultural, el alcohol es tolerado y permitido. Tampoco es como estar en la Feria de Aguascalientes echándose unas “kawasakis” en la banqueta afuera del Modelorama o como un martes casual de Octokerbest en Múnich, pero hay sitios con licencia de sobra y variados para echarse unos tragos y pasarla a toda madre.


Tuve la oportunidad de visitar Qatar un par de veces antes de mudarme y pre-Covid y en los 10-15 días que estuve por aquí en cada vuelta no me faltaron lugares a donde ir, DJ’s que escuchar ni antros donde sacarle chispas a mis zapatillas recién lustradas de tacón cubano. Ni siquiera fue motivo de preocupación o de una meticulosa planeación para encontrar lugares que sirvieran unos buenos Negronis, simplemente existen algunas diferencias con otras partes del mundo a las que no estamos acostumbrados. Efectivamente, no hay lugares a pie de calle o tiendas en cada esquina que sirvan alcohol, pero tampoco es el mayor de los problemas porque el país y los centros te entretenimiento están adaptados y hechos para que en es ese respeto mutuo entre la religión y la gente que viene de fuera que sí quiere consumir, lo hagan donde lo tengan que hacer y tan tan, todos felices y contentos.


Comprar alcohol para la casa no se puede hacer en cualquier supermercado o en vinaterías; hay una sola tienda importadora que controla y regula la venta de alcohol para restaurantes y residentes y hay que sacar una “licencia” para poder ingresar y comprar alcohol. Para ir a comprar, aquí sí hay que hacer algo de planes porque la tienda no está en el centro de la ciudad, hay que sacar cita y está topado la cantidad que te puedes gastar en alcohol que va de la mano de tu sueldo. Es decir, no puedes irte a chingar todo tu sueldo del mes en puro chupe, pero aún con ese límite, está sobrada la cosa; yo nunca he llegado cercano al tope y vaya que le abro a la llave cuando voy a ese Disneylandia llamado QDC (Qatar Distribution Company). Entrar a QDC y ver los anaqueles llenos de nuestros destilados favoritos es como un oasis en el desierto.


Los debates con muchos de mis amigos acerca de este tema se centran en gran medida si está bien o no; es lo que es y ya, no hay que hacerla tanto de pedo por el pedo como si de verdad no hubiera. Y trato de relacionarlo con cosas que quizá a otras personas de otras culturas o religiones les pudieran parecer rarísimas cómo la “regla” de no comer carne los viernes de cuaresma pero si meterte todos los camarones, ostiones, ceviches que tu cuerpo pueda y ponerte hasta tu madre desde las 2 de la tarde… qué, dicho sea de paso, la neta si extraño un viernecito así.


El caso es que es una cosa de desconocimiento a lo que no estamos acostumbrados lo que nos saca de onda y me da gusto, en la medida de mis posibilidades y en mi pequeño círculo de influencia, tratar de reportar objetivamente y poner las cosas en su debida proporción para que la gente que vaya a venir, lo haga con toda tranquilidad e ilusión y sepan que se la van a pasar muy bien y que no es un país o región tan diferente a los que conocemos o de dónde venimos y que, sin duda, disfrutarán muchísimo su paso por aquí.


A mí en lo personal, me pega mucho más que me limiten productos de cerdo porque no encuentro nada más placentero que comer un chingo de tocino y meterle a las carnitas en cualquiera de sus variadas presentaciones; como también el cerdo es considerado haraam en el islam aquí solamente las puedo encontrar, también, en el QDC, pero nada me va a pasar por bajarle un poco a mi consumo porcino que tan golpeado tenía a mis triglicéridos, colesterol, cintura y papada.


Se despide de ustedes un Joselito que orgullosamente regresó, desde hace algunos meses, a su tan olvidada talla 32.



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